Quiero escribir como
un cirujano, diseccionando, abriendo y cortando la piel, usar instrumentos
quirúrgicos para sajar la carne y extirparme el corazón. Quiero salir del sopor
de los días y de las horas, de la quietud de mi cuerpo, de la pérdida de mi
norte, de mi vida congelada, de tus acciones contradictorias. Nada importante
acontece, solo vidas efímeras, horas muertas que voy perdiendo, tristes
lamentos hipnóticos.
Los días de
invierno se fueron, llegó la primavera y un poco de sol iluminó mi sonrisa. Te
perdí, pensé que eras alguien especial, pero no intentes buscarme, ya no soy la
que era, ya no se quién soy. Me convertí en un retrovirus letal que deshizo a
mi antiguo yo y me desprendió de él. Ahora soy más observadora, silenciosa, o
tal vez más estúpida. Llena de historias me dispuse a escribir sobre aciertos y
errores alternativos, utópicos, condescendientes, metamórficos, independientes.
Duermo como si
nunca llegará a despertar; tomó café, la noche y el día se confunden y sueño
con símbolos que tienen un significado para mí y con amores ya olvidados por
supuesto. Estoy esperando mi metempsicosis, mi transmigración a otro cuerpo más
perfecto porque este se llenó de defectos y ya no me sirve, se paró, ya no le
saco provecho. O tal vez es mejor quedarse quieta y esperar y esperar.
Escribo,
escribo, no paro de escribir. Miro las nubes incomunicadas, algunas son únicas:
cirrus, iguales que mi pelo rizado y
enredado, Nimbus, llenas de lluvia, cumulus o nubes “baratas”, stratus llenas de capas. Jugamos con el
destino nos reímos de él, nos encanta burlarnos de él. Pero es tarde, es tarde
para complicarse la vida, la vida es
demasiado compleja. Los recuerdos pueden doler o no, ya es hora de dar un paso
adelante y reírse de ese pasado que es pasado, ya no existe, se alejó de
nuestra existencia.
Voy en un coche por
una carretera bacheada, y por equipaje llevó una maleta llena de sinsabores. En
la próxima gasolinera me desharé de ella, es demasiado decrépita, ajada, pesada
y en realidad está vacía, ya no me pertenecen esos objetos que contiene. Debo
reinventarme, empecé a hacerlo, pero me rendí. A veces es mejor parar, tomarse
un respiro y salir de nuevo al gran teatro que es la vida.
Somos instantes
puros, desconsolados, magnéticos algo arrolladores que nos atrapan y de los
cuales no podemos escapar. Cajas de Pandora que se desatan de pura pasión,
llenas de extraños males para la humanidad, pero ahí está el cielo azul, ese
cielo azul que queremos tocar con las manos, que nos libera, y tus ojos que
mienten a cada paso que das y me dicen lo contrario que con tus actos me
quieres mostrar. Puede ser que me vuelva indiferente y que no me crea nada, ya
no me creo nada.
Giro como la
rueda de la vida, como un molino de viento, como el girar incesante del mundo.
Es mejor esperar un suspiro que nada, un mensaje, una palabra, una conversación
a altas horas de la mañana, un mail olvidado, un “¿cómo estas?” que nunca
llega. He perdido muchas cosas en la vida, he dejado pedacitos de mí en cada
esquina, gestos, caricias, risas. La vida se diluye, como agua entre mis manos,
como agua entre tus manos.
Cambiaré ese “no”
por un si, por un “si puedo”, empezaré a
sumar y a dejar de restar. Basta de fatalismos estúpidos. Basta de princesas de
purpurina, basta de cosas que siempre suenan a triste. Mi metempsicosis llegó,
abrí los ojos, hay oportunidades que no se pueden dejar escapar. Voy a escribir en un papel, voy a hacer una
línea divisoria, lo bueno y lo malo. Puede que no esté tan bien, pero mi
destino es que reluzca la verdad y si mis pasos me vuelven a llevar hacia ti,
haré como los cangrejos y te perderé entre la niebla. Y aunque siga pensando
que estamos conectados por un fino hilo rojo, tejido por las Parcas que
conectan nuestros destinos, cortaré ese hilo con un bisturí, como cuando un
cirujano corta la carne para una operación. Y mandaré a las Parcas al Averno.
No permitas
que la vida te pase a ti sin que la vivas… Walt Whitman
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