Y perderte, y perderte en pueblos en donde el tiempo está congelado, los árboles desnudos, y el campanario de la iglesia hace años que enmudeció. Y perderte, y perderte en un océano de nubes de tormenta, en caminos equivocados, en situaciones inesperadas. Y dejar, y dejar que las lágrimas lleguen como la tempestad y añorar risas que ya no escucharemos más.
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