No puedo dejar de ser como soy, si no lo aceptas,
aléjate, aléjate lentamente y por favor, no hagas ruido. Soy un poco sensible
al ruido ambiental, a los lamentos y a los sollozos. Hace tiempo que se que es
mejor permanecer en el olvido, y dejar que las cosas vengan a ti, aunque sea
con cuenta gotas. Es más bonito no pensar, es más racional. Es mejor ir descalza sobre la hierba en un
día de primavera, sobre las diez de la mañana y sentir que estas viva. Es mejor
soñar con un paseo por la playa una noche cálida de agosto y dejar que las olas
acaricien tus pies. Es saludable ir a toda prisa porque llegas tarde, siempre
llegas tarde, pero aún así eres encantadora o simplemente lo pareces.
Esta bien leer sola en un bar, y parecer
interesante mientras te has refugiado porque te quedan horas muertas y te tomas
un café y parece que esperas a alguien. Y de pronto aparece un chico muy
simpático y te vende un poema impreso en una hoja en blanco. Esta bien sentarte
en un banco y que te hagan una encuesta estúpida sobre alfombras y que el
encuestador encima te tire los trastos; esta bien que te hagan sonreír, porque
tu sonríes así también. Todo esta bien, todo esta bien.
Es divertido reír aunque sea por una conversación
mantenida con tus amigas que están más locas que tú, que poseen mucho ingenio y
saber hacer y no pueden dormir un sábado por la noche. Por fin cae el silencio
y llega Morfeo y me entrego en sus brazos, nos entregamos a él, porque esta
bien dormir, esta bien. Es mejor volver al seno materno cuando te encuentras
perdida y dejarte cuidar. Nunca te sentirás desarraigada, porque tienes un
lugar donde volver aunque no sea la opción escogida por ti.
Es mejor tener algo que nada. Es mejor no esperar
nada. Todo viene solo, despacito y sin hacer ruido, que es como más me gusta.
Es mejor vomitar palabras sin sentido en un cuaderno de notas que guardarlas
dentro de ti y que te hagan daño. Es mejor escribir irracionalmente sobre
sucesos cotidianos que sobre sucesos extraordinarios. Lo cotidiano es más
picante y divertido. Lo extraordinario me hace pensar y me aburre pero también
me gusta imaginar y soñar con el paraíso.
Busco polos opuestos, que se atraigan con solo
rozarse la piel. Busco girar el universo y dejarlo cabeza abajo sólo por un
ratito y contrariar al mundo y reírme por un momento del desbarajuste
ocasionado. Busco voltear la luna y mostrar su cara oculta y darte un beso en
el momento propicio y pillarte por sorpresa. Busco rozarte lento y no dejarte
escapar. Busco desentrañar el oscuro abismo de tu mirada y que me cuentes tus
secretos más turbios. Busco el sol, la luna y las estrellas y paranoias varias.
Busco, por buscar que no quede, un silencio eterno, huir de mis pensamientos
absurdos, una noche de placer entre tus piernas, un sabor amargo para despertar
de mi inconsciencia y busco esa boca perfecta que se una con la mía, aunque de
momento solo tenga intentos suicidas desesperados.
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