Una vasija extravagante, de talle alto, misteriosa, que me observa impertérrita desde su posición mayestática. Llego a mi casa prestada y no me
doy cuenta, esta ahí acechándome desde su opulento altar y durante unos días no
le hago ni caso porque pienso que es un jarrón cualquiera, despreciable,
sin gusto estético, sin arbitrariedad. De pronto un día y no se porqué
extraña razón mis ojos se posan en ella. Mi razón se desconcentra y
empiezo a divagar; siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, creo
a veces en fantasmas, espectros que vienen a relatarte y a poner en
entredicho tus errores del pasado:
¿Quien eres tu para juzgarme? Con que
derecho vienes aquí y ocupas un lugar que no te corresponde? Yo estaba
antes que tu, cuidado! te estoy vigilando, mira bien lo que haces porque
seré tu juez y dictaminaré tu sentencia...He pensado, en difuntos, en fantasmas, en seres queridos que
ya no están pero que de algún modo nos honran con su presencia en forma de cenizas.
Los siguientes días me comporto con normalidad, intento evitar la dichosa presencia de la vasija caprichosa de tonos ocres con círculos plateados y desdeño su existencia y me introduzco en tribulaciones alteradas de mi propia existencia. No sólo la mía, sino la de toda la humanidad incluso la de la creación del cosmos. Como bien me han explicado, "nuestro tiempo actual, es un segundo del año cósmico". Si jugamos con las escalas nuestra historia "ocurrió en los últimos diez segundos del calendario cósmico" ¡Que barbaridad!, ¡No somos nadie! !Que pequeña me siento en este preciso instante..
En la cocina aun queda una bolsa llena de gominolas deliciosas: Unos ositos "tuttifruti", fresitas recubiertas de azúcar, moras de pulpa jugosa, "cocacolas" etc. Imagino que la vasija antojadiza es un bote de caramelos, nada más que eso. Y difícilmente me llegará a poner más nerviosa de lo que estoy; difícilmente la vasija evolucionará en un bote de caramelos. Sólo yo lo puedo hacer, sólo yo puedo pensar en mi tiempo, en mi propia evolución y en como lo malgasto día a día. ¡Qué lenta fue la evolución! Un buen día miramos al cielo y contemplamos las estrellas, de donde habíamos venido: "Estamos hechos de materias de estrellas que ha tomado las riendas de su destino"...
No aguanto más, dicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso no es así. Me reprimo, me espero, pero finalmente llego a preguntar para aclarar la situación. La vasija maldita, no es más que eso, una vasija indiferente, veleidosa, mudable, superficial, estúpida. Y ahora me río, ahora me río, porque inexorablemente se destapó la verdad, como se destapa un bote suculento de caramelos. Y ya no son cenizas, y ya no son caramelos, tan solo son cenizas de caramelo.
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