sábado, 8 de octubre de 2011

Las estrellas

Mamá, adonde vas?-preguntó el niño.
Hijo mío, a aparcar bien el coche.
Salió por la puerta una noche de otoño cálida y fría a la vez. Respiró profundamente. Era la primera noche que salía con sus amigas. Lo necesitaba desesperadamente al igual que el silencio. Necesitaba el silencio de su casa, de sus costumbres desordenadas, de sus idas y venidas y del laberinto catastrófico de su existencia.Uno mas uno, no siempre son dos.
Ahora, llega la época del recogimiento, no solo porque hace frío, sino porque necesitamos el recogimiento interior, el que te lleva  a pensar.
Pensando, topé con un poema de Antonio Colinas. Os dejo un breve fragmento.

Hoy comienzo a escribir como quien llora.
No de rabia, o dolor, o pasión.
Comienzo a escribir como quien llora
de plenitud saciado,
como quien lleva un mar dentro del pecho,
como si el ojo contuviese toda
esa inmensa colmena que es el firmamento
en su breve pupila.
(...)
Comienzo a escribir y también la escritura
llora, porque respira y quema, porque pasa.
(...)












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