viernes, 27 de septiembre de 2013

La chica de los martes




Ahora lo sé, después de investigar y de meses de estar contigo, lo se ciertamente, no me quieres. Y nunca lo harás pues nuestras conversaciones se basan en una hora y un lugar en concreto y jamás las cuestiones personales salen a relucir. Soy una nada para ti, me siento ninguneada cada día que pasa, esperando una buena conversación que simplemente se diluye es desaciertos transitorios. Nuestros encuentros solo transcienden en lo físico, en la penetración pura y dura sin sentimientos, casi sin besarnos y en diferentes posturas para alcanzar el orgasmo más brutal.

Ahora lo sé, soy la chica de los martes, la de las 17:30. Primero un café, cuatro palabritas y nos dirigimos al hotel más cercano. Cojo tu sexo y lo degusto como el primer café con leche que hice contigo, lentamente, deseando que nunca se acabe y quedándome con ganas de más pues siempre me sabe a poco. Por mucho que diga que sé de tu juego sucio, en realidad no se nada de tus tretas con las otras que te tiras. Eres un cazador que busca sus presas allá donde otros no llegan, en cafeterías y mejor de día. Les brindas tu mejor sonrisa y ellas caen rendidas a tus pies, como me pasó a mí – que incrédula que fui – ahora lo sé.


Ahora lo sé. Simplemente he cambiado mucho y no estoy desatado como piensan muchos de mis amigos. Tengo una chica para cada día de la semana excepto los lunes que descanso como cual dios en domingo. La chica de los martes es la que más tiempo te ha durado. Es fría, lasciva y te la come como nadie y por eso no la sueltas. Alguna vez la has obsequiado con un intento de amor más sincero pero ella te ha rechazado con su mirada más glacial y se ha despedido de ti esperando tu mensaje de todos los martes. La deseas como a ninguna y estas dispuesto a darle un poquito más de cariño pero todo luego queda en agua de borrajas. Aparece otra chica en otra cafetería y ya deseas desnudarla y meterte entre sus piernas y darle mucho placer con tu lengua inquieta y nerviosa. Necesitas variedad, ahora lo entiendes. Es muy difícil para ti tener a una sola mujer en tu cama, eres infiel por naturaleza, ahora lo sabes. Soy frío y calculador – ahora lo sé –. 

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