Lo sé, no debería de haberlo hecho, ya sabía cual sería la respuesta, pero tenía que arriesgar porque nada tengo, entonces, nada pierdo... (Cristi cristi en un Whatsapp)
¿Cómo empezar? Pues por el principio, dirían unos, por el final que es más divertido, dirían otros. En realidad no existe ningún principio, ni ningún final, porque todo se basa en un constante cambio y principio y fin van ligados, como el pez que se muerde la cola.
Esta mañana me levanté decidida, bueno, más bien estaba en la camita tan ricamente y me decidí a escribir. Ya sabía cual era la respuesta, pero ni corta ni perezosa dí el primer paso porque no podía parar de pensar y eso hace que no esté bien conmigo misma, y si no hablo exploto por dentro. Ahora puede ser que esté más tranquila pero creo que no me lo creo ni yo.
¿Porqué me decidí? Pues porque no tenia nada que perder, así de claro, y ya no estoy para estar perdiendo el tiempo y porque esto es un continuo estar y no estar, un ser y no ser, un yo y un tu, que inexorablemente se entrecruzan en mi vida.
Batacazo ontológico, eso es lo que ha sido. No creo que me haya equivocado, pero no tocaba, no era el día, ni el mejor momento para hacerlo, aunque uno no sabe cuando será el mejor momento ya que no existen los momentos oportunos. Siempre hay un pero, ese maldito "pero" que se me clava como una astilla y que es dificíl de sustraer, a causa de que necesitas una segunda opinión o una tercera, o una cuarta.
Mira que he preguntado, - ¿que hago?, ¿lo suelto o no lo suelto?, ¿me animo o no me animo? - Mejor me hubiera callado...
He dejado caer la sutil metáfora del destino. Existen dos caminos, uno es angosto, tenebroso, sin luz, reflejo de tu pasado, con un largo trecho que recorrer; el segundo es recto, luminoso, bañado por el sol, cálido y breve, muy breve. Pero como siempre está el "pero": las apariencias son engañosas, pues el camino tenebroso te lleva a un renacer, es como un nuevo parto del que sales renovado y purgado de todos tus errores del pasado, y el pasado queda atrás, duele pero ya es pasado y aprendes de tus faltas. No es el camino fácil y brillante de la segunda opción, pero es el que te llevará a encontrarte al final del camino todo lo que por derecho te pertenece. Opción escogida: el camino angosto - estaba claro -.
"Todo me dice que estoy a punto de tomar una decisión equivocada, pero los errores son una manera de reaccionar. ¿Qué es lo que el mundo quiere de mí? ¿Que no corra riesgos? ¿Que vuelva al lugar del que vengo, sin valor para decirle "sí" a la vida?" (Once minutos, Paulo Cohelo)
¿Cómo empezar? Pues por el principio, dirían unos, por el final que es más divertido, dirían otros. En realidad no existe ningún principio, ni ningún final, porque todo se basa en un constante cambio y principio y fin van ligados, como el pez que se muerde la cola.
Esta mañana me levanté decidida, bueno, más bien estaba en la camita tan ricamente y me decidí a escribir. Ya sabía cual era la respuesta, pero ni corta ni perezosa dí el primer paso porque no podía parar de pensar y eso hace que no esté bien conmigo misma, y si no hablo exploto por dentro. Ahora puede ser que esté más tranquila pero creo que no me lo creo ni yo.
¿Porqué me decidí? Pues porque no tenia nada que perder, así de claro, y ya no estoy para estar perdiendo el tiempo y porque esto es un continuo estar y no estar, un ser y no ser, un yo y un tu, que inexorablemente se entrecruzan en mi vida.
Batacazo ontológico, eso es lo que ha sido. No creo que me haya equivocado, pero no tocaba, no era el día, ni el mejor momento para hacerlo, aunque uno no sabe cuando será el mejor momento ya que no existen los momentos oportunos. Siempre hay un pero, ese maldito "pero" que se me clava como una astilla y que es dificíl de sustraer, a causa de que necesitas una segunda opinión o una tercera, o una cuarta.
Mira que he preguntado, - ¿que hago?, ¿lo suelto o no lo suelto?, ¿me animo o no me animo? - Mejor me hubiera callado...
He dejado caer la sutil metáfora del destino. Existen dos caminos, uno es angosto, tenebroso, sin luz, reflejo de tu pasado, con un largo trecho que recorrer; el segundo es recto, luminoso, bañado por el sol, cálido y breve, muy breve. Pero como siempre está el "pero": las apariencias son engañosas, pues el camino tenebroso te lleva a un renacer, es como un nuevo parto del que sales renovado y purgado de todos tus errores del pasado, y el pasado queda atrás, duele pero ya es pasado y aprendes de tus faltas. No es el camino fácil y brillante de la segunda opción, pero es el que te llevará a encontrarte al final del camino todo lo que por derecho te pertenece. Opción escogida: el camino angosto - estaba claro -.
"Todo me dice que estoy a punto de tomar una decisión equivocada, pero los errores son una manera de reaccionar. ¿Qué es lo que el mundo quiere de mí? ¿Que no corra riesgos? ¿Que vuelva al lugar del que vengo, sin valor para decirle "sí" a la vida?" (Once minutos, Paulo Cohelo)
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