Soy feliz porque creo en tus lunares desperdigados por tu
cuerpo. Intento juntarlos desesperadamente entre beso y beso depositando cada
uno en el otro, pero no llego a lograrlo y no me importa porque soy feliz.
Soy feliz más allá de las sábanas de tu cama aunque nos
pasemos días sin cambiarlas. En realidad no dormimos en ella, soñamos una
realidad paralela en la que el tiempo se detiene y nos da margen a seguir
explorando nuestra piel.
Soy feliz entre vino y vino que degustamos al sol un día de
otoño cualquiera, entre risas, con amigos, con el sol calentando nuestros
huesos porque el verano sigue presente.
Soy feliz cuando me
miras de reojo y siento que me buscas entre las miradas de los presentes. Ellos lo saben, yo también.
Niño travieso soy feliz en tu boca que imagino entre verso y beso entre las paredes rosas de mi habitación.
¿Dónde estás?
Sé que estás por llegar.
No tardes, aún hay tiempo de ahondar en eternas soledades.